miércoles, 23 de diciembre de 2009

Amor en Navidad



Deseo que la luz de la Navidad brille en todos los corazones,
que se realicen los sueños de grandes y pequeños,
que el amor anide en todos los hogares y rincones del mundo,
pero no solo en estos dias, todos los dias del año,
porque el amor no dura solo un dia, el amor es eterno,
ojala nadie se sienta solo y triste, ojala siempre haya un amigo,
que te de la mano y te ayude a seguir cuando flaqueas,
que nadie pierda la ilusion, ni la esperanza, 
que a nadie le falte alguien a quien desear: 
FELIZ NAVIDAD!!!

viernes, 18 de diciembre de 2009

Luz de luna



Envuelveme con tu fuerza,
llevame a la orilla del mar,
amame en la oscuridad de la noche,
y amame con la luz del dia,
bañate conmigo a la luz de la luna,
sueña conmigo, mi niño,
que nuestro amor sea un sueño,
un sueño interminable,
como interminable es 
nuestro amor verdadero.

sábado, 12 de diciembre de 2009

La Leyenda de Los Amantes de Teruel


Los Amantes de Teruel se llamaban Juan Diego Martínez de Marcilla e Isabel de Segura. Eran dos jóvenes de las principales familias de Teruel; pero ya fuese por las frecuentes desavenencias entre familias rivales, ya fuese por razón de la limpieza de sangre (ser cristiano viejo), que entonces se miraba mucho, el caso es que los padres no estaban de acuerdo con esos amores.
Y como ocurre también en todas las leyendas de este género, puesto que son copia de la única realidad que entonces imperaba, los padres de Isabel decidieron casar a la moza para no dar lugar a que creciese aquel amor inconsentido.
Fue señalado el día de la boda y Juan Diego sintió la necesidad de despedirse definitivamente de su amada. Escaló la tapia del jardín como era costumbre, y lo hizo a la medianoche, que es cuando mandan todas las leyendas.
Tras los requiebros amorosos propios de la ocasión, don Juan Diego le pidió una prenda de amor a su amada: UN BESO, dice la leyenda para no quitarle un ápice de romanticismo a este amor.
Casta y obediente a la voluntad de sus padres como era Isabel, se lo negó, bien que su corazón le pedía aquello y mucho más. Aquella negativa fue más fuerte que el corazón lacerado del infortunado don Juan Diego: se le borró el mundo de la vista, quedando en sus pupilas la dulce y atormentada imagen de su amada, y cayó allí mismo desplomado. Al entender su corazón que nunca más podría latir para Isabel, prefirió dejar de latir para siempre.
La noche se convirtió en alboroto. Corrió la voz por toda la ciudad de Teruel y se iluminaron sus ventanas con la luz de los candiles. El día siguiente la familia de don Juan Diego Martínez de Marcilla estaba llamada a funeral en la iglesia catedral, y dos horas más tarde, en la misma iglesia estaba llamada a boda la familia de Isabel Segura.
A la infortunada amante, perdida en el delirio del amor perdido, y condenada a amar a quien no la amaba, los pies la condujeron con determinación hacia el funeral prohibido. Se acercó al catafalco a contemplar a su amor. Y al ver aquellos labios aún abiertos pidiéndole el beso que le negara unas horas antes, no pudo resistirse a esa última petición callada de su amado, u postrándose junto a él le dio el beso de despedida.
El beso de Isabel fue de los que resucitan a los muertos. Pero ¡ay!, le faltó a ella el aliento para sobrevivir a aquella explosión de dulzura y amargura. Su corazón estaba ya tan malherido que sucumbió a la violenta sacudida de aquel beso.
Maravillados los asistentes de la duración de aquel beso, quisieron levantar a la infortunada amante de don Juan Diego, pero el beso la había transportado a la eternidad. La familia de Don Diego se doblegó a la violencia de aquel amor, tendieron a Isabel junto a su amado, celebraron por ambos el funeral, y juntos fueron sepultados para eterna memoria de aquel amor y para aviso de padres que cierran los ojos y el corazón al amor de sus hijos.
Esta es la leyenda de LOS AMANTES DE TERUEL, por la que se conoce a esta ciudad más que por ninguna otra cosa. Pero es éste un hecho tan repetido en la historia de nuestra doliente humanidad, que en todos los casos se cuestiona la veracidad y la originalidad de la leyenda. Es el corazón humano el que está puesto en ellas, y ese sí que es verdad, una verdad que se encarna en distintos lugares del mundo y en las más diversas leyendas cuyo denominador común es siempre el mismo: LA FUERZA DEL AMOR.
Los estudiosos de esta leyenda apuntan a que se parece mucho a uno de los cuentos del Decamerón de Boccaccio, que a su vez es recopilación de una leyenda anterior. Es una prueba más de la constancia del corazón humano y de la fe que tiene la humanidad en el AMOR.
La leyenda de LOS AMANTES DE TERUEL ha sido reescrita más de 20 veces por plumas tan prestigiosas como la de Tirso de Molina, que la han llevado a la poesía, a la novela y al teatro. Y como broche de oro, el maestro Tomás Bretón la elevó a la dignidad de la ópera: inspirada en la obra de Harzenbusch, con libreto del mismo maestro Tomás Bretón y dividida en cinco actos, se estrenó en el Teatro Real de Madrid el 12 de febrero de 1889.

Fuente: http://www.elalmanaque.com

martes, 8 de diciembre de 2009

En tus brazos, amor



Tus brazos me atrapan,
no puedo, ni quiero, escapar,
me aprietas contra tu pecho,
siento el latir de tu corazon,
llevame a tu lecho...
¡¡hazme perder la razon!!
Contigo me siento viva,
contigo se acabo el dolor,
la angustia de la espera,
merece la pena, si al final,
la recompensa es tu amor,
tus besos, tus caricias, tu calor. 

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Mitologia: Hermafrodita y Salmacis

Hermafrodita era el hijo de Hermes, dios de los efebos y Afrodita, diosa del amor, se llamo asi por de la union de los nombres de sus padres. Hermafrodita era un joven adolescente, guapo, hermoso, que un día, en uno de sus paseos, llegó a un lago de limpias y cristalinas aguas, tan limpias y cristalinas que incluso podía verse su fondo. En él, vivía la ninfa Salmacis, joven, sexual y erótica náyade, cuyo placer consistía en adornarse con flores y velos primorosos para contemplarse después en el manso y reluciente espejo de las aguas. Al detenerse en la orilla del agua, Hermafrodita vio a Salmacis, quedando sorprendido y admirado por su belleza, pero cuando la ninfa le vio a su vez, se quedo sorprendida asimismo por su apostura y su belleza, quedando inmediatamente prendada de él, por lo que le dijo:
“ Feliz tú que si eres mortal y feliz la mujer que te ha nutrido en su seno, pero mucho mas feliz tu amada, si es que la tienes, pero si ella no existe todavía, si tu corazón es virgen todavía a los deseos y al amor, yo te amo, te deseo y quiero compartir contigo mi lecho.”
Hermafrodita, que ignoraba todo respecto al amor, se sonrojó al oír las apasionadas palabras de la náyade y huyó apresuradamente. Ella se dolió de su marcha pero nada hizo por retenerle, diciéndose a sí misma:
“Insistiendo en mi ofrenda sólo conseguiré intimidar aún más a ese joven tan hermoso. Lo mejor será ocultarme y dejar que el tiempo trabaje a mi favor.”
Así lo hizo Salmacis, que regresó seguidamente a las profundidades del lago, desde donde espiaba a todos los que se acercaban a la orilla, por si alguno de ellos era Hermafrodita. Ocurrió lo que esperaba días mas tarde. Hacía calor, por lo que Hermafrodita regresó al lago. Una vez en la orilla miró a su alrededor detenidamente por si aparecía Salmacis. Más tranquilo al no verla, se despojó de sus ropas y se lanzó al agua en la que estuvo refrescándose por espacio de algún tiempo, hasta que la náyade, sin poder contener más su pasión salió de su refugio y antes de que Hermafrodita pudiera impedírselo, se abrazó a él cubriéndole de caricias. El joven trató de desligarse de Salmacis, y entonces esta, no queriendo resignarse a perderle otra vez, invocó a los dioses:
“ Criaturas del cielo, escuchad mis votos y mis súplicas. Yo, Salmacis, deseo que nunca este joven pueda separarse de mí, ni yo de él.”
La leyenda sigue afirmando que los dioses se prestaron a la petición de Salmacis, escuchando sus ruegos, apiadados de su pasión y de su profundo amor por el bello Hermafrodita, e hicieron conjuntarse sus cuerpos, el uno al otro, como las ramas de un mismo árbol, pero participando a un mismo tiempo de doble naturaleza, o sea, de doble sexo, por lo que el aspecto de entre ambos era tan parecido que no se podía determinar dónde empezaba Hermafrodita y dónde Salmacis.

Yo no te pido

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul,
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Yo no te pido que me firmes
diez papeles grises para amar,
sólo te pido que tu quieras
las palomas que suelo mirar.

De lo pasado no lo voy a negar
el futuro algún día llegara,
y del presente
que le importa a la gente,
si es que siempre van a hablar.

Sigue llenando este minuto,
de razones para respirar,
no me complazcas no te niegues,
no hables por hablar.

Yo no te pido que me bajes
una estrella azul,
solo te pido que mi espacio
llenes con tu luz.

Mario Benedetti
Una Damisela en Apuros